miércoles, 8 de septiembre de 2010

MI PUEBLO (Flavium Vivertorum)

JARANDILLA (MI PUEBLO)

(Flavium Vivertorum

Mi pueblo ya no es mi pueblo

el progreso lo ha cambiado,

los ladrillos y el cemento

desplazaron al arado.

Fue tierra de pimentón,

de algodón y del tabaco,

los que fueran secaderos,

en viviendas se han tornado.

Famosos compran las fincas

para especular con ellas,

y lo que antes eran huertos

se convierten en parcelas.

Los romanos a su paso

también dejaron su huella,

un gran puente de dos ojos

y su camino de piedra.

Vía romana fue en su día,

para llegar hasta Mérida,

hoy paso es de camiones,

no de carruajes ni bestias.

Las gargantas que en su día

regaran prados y huertas,

son apenas un chorrillo

que desciende entre las piedras.

Tierra fue de emperadores,

y algún tiempo residencia

del que fuera rey de España,

y de las Germanas tierras.

Carlos I de España,

de Alemania V era,

que vivió en nuestro castillo,

hasta que a Yuste se fuera.

Al castillo me refiero

de los Condes de Oropesa,

que en la parte alta del pueblo

majestuoso se encuentra.

Fue residencia imperial,

en los cincuenta fue escuela,

convertido en parador

al final de los sesenta.

Mas abajo caminando

nos encontramos la plaza,

en lo alto de un promontorio

una iglesia nos aguarda.

Es austera y consistente,

con sus cumbres almenadas,

anunciándonos que antes

fue residencia templaria.

También los árabes fueron

residentes de estas tierras,

de ellos el nombre heredamos

Jarandilla que es mi tierra.

Mi pueblo ya no es el pueblo

que los nuestros heredaron,

mas siempre que lo visito,

me siento reconfortado.

Ramón Pulido 23/3/08

EL TORO – LA IRRACIONALIDAD DEL HOMBRE

EL TORO


Dicen que el toro no sufre

cuando a la plaza le enfrentan,

sometiéndole a un tormento

que ningún hombre quisiera.

Primero sale del campo,

que es su hábitat natural,

luego le martirizamos,

dicen, que es por disfrutar.

Cuando en el ruedo le vemos,

ya sale con “La divisa”,

es algo que le han clavado,

¿Qué no duele?, para morirse de risa.

Luego largos capotazos

que le acercan al caballo,

encima está el picador,

dispuesto a hacer su trabajo.

¡Para que humille le pican

clavándole en su espinazo,

varias puyas de garrocha!,

¡y da comienzo el desangrado!

¿Qué no duele?,

¡que le pregunten al toro!

Luego llega el otro tercio

que llaman de banderillas,

¡Tres pares de finas puntas

clavan sobre sus costillas!

¡Muge el toro, y es de rabia!,

¡no creáis que es de alegría!.

Cuanto mas corre en la plaza

mas se agrandan sus heridas.

Jirones de su piel hacen,

las punzantes banderillas,

que como adornos le cuelgan,

de sangre, rojas teñidas.

¿Y dicen que el toro no sufre?,

¡que le pregunten al toro!

Aun esto no ha terminado,

el maestro ha de lucirse,

ha de desangrar al toro,

comprobar cuanto resiste.

¡Jugando con su capote

le hace correr por el ruedo!,

¡Cuánto mas corre, mas sangre

sale de su boca y cuello!

Consigue debilitarle

hasta rodar por el suelo,

ciego ya de tanto daño,

que se ha infringido a su cuerpo.

Para rematar faena,

el estoque ha de clavarle.

¡Que tenga suerte y acierte!,

¡que el martirio pronto acabe!.

¿Y dicen que el toro no sufre?,

¡que le pregunten al toro!

Tiene algo bueno la fiesta

que al toro no hace sufrir,

el rabo y orejas le cortan,

solo después de morir.

Esto no es mas que un ejemplo,

de la crueldad del hombre,

justifica esta barbarie,

diciendo, para esto nace.

Lo mismo que los Romanos

pensarían de los esclavos,

ya sea en plaza o coliseo,

por diversión los matamos,

unos, porque nacen toro,

otros por nacer cristianos.

Solo por saciar su hambre

la fiera mata en la selva,

y solo por pensar distinto,

el hombre, se mete guerra.

¡Si estos son los racionales,

pido que paren La Tierra!,

¡De estos yo no formo parte!,

¡quiero bajarme de ella!.

R. Pulido 16/9/2010

(Aplicando el tan manido tópico de “respeto a los que…….”, debería empezar este mensaje diciendo, eso, que respeto a los aficionados a las corridas de toros por su afición que no comparto. Pero esto además de ser mentira sería una hipocresía por mi parte, ya que no es eso lo que siento en absoluto.

Mi respeto a los animales, sin que esto quiera decir que yo soy incapaz de matar ni a una mosca, quizás por reminiscencias del fugaz paso en mi infancia por un convento de Franciscanos, en el que estuve interno aproximadamente dos años, debió calar en mi conciencia mas que mi vocación por los hábitos, que duró, lo mismo que mi estancia en dicho centro.

Este respeto y en muchos casos admiración por los animales es lo que me lleva a despreciar y manifestar mi total oposición al maltrato que innecesariamente se aplica a determinados animales como los llamados toros de lidia, simple y llanamente porque es una tradición, negocio, Fiesta Nacional, algunos se atreven hasta a llamarlo cultura y si se lo permitieran, lo convertirían en Patrimonio de la Humanidad. El ser humano en su mundo de aberraciones es capaz de cualquier cosa.

Para mi esto es simplemente una barbarie mas y un irracional abuso de poder, de los que tanto hacemos gala los mal llamados seres racionales.

Por supuesto no soy un experto en la materia, pero me ha bastado asistir una o dos vece a una corrida de toros, o verlo a través de la televisión para darme cuenta de lo poco gratificante que debe resultar para estos animales estar sometidos al martirio que supone ser : toreado, picado, banderilleado, pasado por la espada, apuntillado, amputado y finalmente arrastrado, solamente para goce y disfrute de una afición que podría perfectamente divertirse sin necesidad de tanta barbarie). (R. Pulido)