miércoles, 9 de enero de 2013

LA RESIDENCIA


Se quedó en la residencia pensativa y algo triste,
sumida en la incertidumbre por los cambios que  la esperan
con preguntas sin respuestas que aclaren sus muchas dudas,
abrumada de atenciones por todos los que se acercan,
que pretenden animarla o cubrir las apariencias.

La acompaño en el paseo y a todos se la presentan.
Encuentra antiguas amigas, y algunas no la recuerdan.
Han pasado muchos años, y la memoria no es buena;
recurren a parentescos o apodos que algunos tengan
y vienen a sus memorias anécdotas que ocurrieran
de su infancia, juventud, o jóvenes casaderas,
y se funden en abrazos y se animan todas ellas.

-Nos veremos con frecuencia…, -mi habitación está cerca,
-La mía es la de tu izquierda…, -a la derecha está Petra…
-Aquí, lo pasamos bien contándonos nuestras penas
y si el buen tiempo acompaña el sol el jardín calienta
y podemos pasear hasta la hora de la cena.

-No quiero ser una carga…, -me dice para animarme,
y me pregunta… ¿Qué hago... para no darle guerra a nadie?
-No pienses en esas cosas…, de ti debes preocuparte
-Si estás a gusto te quedas, y si no, puedes marcharte
-Bueno, aquí están mis hermanos, que pueden acompañarme,
y si me encuentro con ganas puedo a su casa acercarme.

Llega la hora de irse…, la despedida se acerca,
de nuevo surgen las dudas que bullen en mi cabeza,
dudas que como las suyas tampoco tienen respuestas.
Disimulo y hago bromas para romper mi tristeza.
¡Qué dura es la decisión, si atrás dejas a la abuela!
Ramón Pulido 5/1/2013