domingo, 23 de septiembre de 2012

MAMI, NO QUIERO VOLVER AL MUNDO DE LOS HUMANOS

No, mami, yo ya no quiero volver al mundo de los humanos.
¿Qué te ha pasado hijita? – pregunta la vaca a su hija cuando días después cansada y con claros síntomas de maltrato la devuelven a la dehesa.
Verás mami, primero me metieron en un cajón muy pequeño que estaba muy, muy oscuro. Yo no veía árboles, ni hierbas ni sol ni cielo. Tampoco oía mugir a mis compañeros. Luego se oyó un ruido muy extraño y el cajón empezó a moverse y yo perdía el equilibrio, pero no podía caerme, porque el cajón era tan estrecho que no podía ni doblar mis patitas para descansar un poco.
Después de mucho rato, el cajón se paró y me pareció oír el mugido de otra vaquita que estaba muy cerca de mí, pero yo no podía verla. También se quejaba, y como yo se sentía mal de tanto traqueteo.
Cuando paramos, se veía  un poquito de luz que entraba por las rendijas del cajón, y  fuera había mucho ruido de ese que hacen los humanos cuando se juntan muchos, y decían:
-¡Toro, toro!..., ¡Ya vienen!..., ¡Ya están aquí las vaquillas!...
-Yo pensaba que nos sacarían a comer, porque ya hacía mucho tiempo que no comía ni bebía nada y empezaba a tener mucha hambre. Pero, de comer nada.
-Los humanos empezaron a dar golpes en el cajón y me estaban asustando mucho, porque yo no sabía lo que pasaba.
-Después de mucho rato se oyó un ruido muy fuerte, como un trueno, y empezó a abrirse un agujero en la caja; al ver el sol, me puse muy contenta porque creía que ya salíamos al campo para retozar y comer algo.
-Estaba ya muy cansada y las patitas me dolían por estar tanto tiempo de píe.
-El cajón estaba muy alto del suelo y para poder salir di un salto y no podía tenerme en pié, porque eso no era el campo; no había hierba, ni árboles, ni otros amigos animalitos con los que todos los días me encontraba, sólo había paredes muy altas y muchos humanos gritando:
-¡Eh, toro eh!
-Seguramente me confundían o esperaban a otro, porque tu, mami, siempre me has dicho que yo soy una vaquita.
-El suelo era muy resbaladizo y me costó bastante acostumbrarme para no caerme. Poco a poco me fui acostumbrando al suelo y me pareció que querían que jugara con ellos, porque empezaron a ponerse a mí alrededor y me enseñaban trapos de colores y me pasaban las manos por mi espalda, bueno algunos, porque otros me daban golpes con palos y algunas veces me hacían daño.
-Yo, la verdad es que no tenía muchas ganas de jugar, pero como insistían y me empujaban para que corriera detrás de ellos, accedí pensando que después me llevarían al campo para comer. Yo corría de un lado a otro del cercado estrechito por el que corrían todos y antes de que yo les alcanzara se iban subiendo a los postes, como si pensaran que yo les iba a hacer algún daño y luego, cuando ya había pasado, se bajaban al suelo y empezaban a correr todos detrás de mi, y yo corría más y más para que no me alcanzaran y ganar el juego, pero después de mucho tiempo corriendo, y cuando yo creía que íbamos a descansar, llegamos a un corral muy grande, en el que había muchos humanos dando gritos diciendo otra vez:
-¡Eh! ¡Toro!, ¡Toro, aquí!, ¡Toro!
-Yo no sabía si se referían a mi, pero supongo que sí, porque sólo estaba yo. Allí había algún árbol, pero estaban secos y no tenía hojas, sus ramas estaban llenas de humanos que estaban subidos en ellas y me enseñaban trapos de colores para que jugara también con ellos, pero como antes también había algunos que me pinchaban y me pegaban con palos, y ese juego, a mi no me gustaba. Me llamaban desde todos los sitios para que fuera a jugar con ellos, y yo corría de un lado a otro y cuando pasaba se iban metiendo entre los palos y se subían.
-Después de estar un buen rato jugando con ellos, yo ya estaba muy cansada y tenía mucha sed y hambre, y como casi no podía ya ni moverme, empezaron todos a gritarme:
-¡Fuera!, ¡Fuera!, ¡Que saquen a otra!, ¡Esta ya no vale!
-Yo me enfadé mucho y me puse muy triste, por lo desagradecidos que eran conmigo.
-Seguro que ellos si habían comido, bebido y descansado bien para poder estar tanto tiempo jugando, pero yo no.
-Al final, encima me castigaron y me sujetaron la cabeza con una soga muy grande, con la que me arrastraron hasta meterme otra vez en el cajón grande y oscuro, en el que no podía ni descansar ni moverme, y allí me tuvieron mientras jugaban con mi compañera.         
-Después de llevar mucho rato allí, se dejó de oír el ruido de los humanos que estaban gritando mucho, entonces yo mugía llamando a mi compañera, pero ella no me contestó. Y el cajón empezó a moverse otra vez y me puse muy malita por los saltos que iba dando el cajón, que parecía que se movía de un lado para otro, hasta que me han dejado otra vez aquí. Yo creía que el juego no se acababa nunca y que no te volvería a ver.
-Hija mía,
-Dijo su madre la vaca, que se encontraba muy preocupada por lo que su ternerita habría tenido que pasar, al tiempo que saltaba y movía el rabo y la cabeza de forma compulsiva, por la alegría que sentía de tener de nuevo a su cría disfrutando del ambiente del que nunca tendría que haber salido.
-Siento mucho que hayas tenido que pasar por esto, por lo que yo también pasé hace ya mucho tiempo. Pero es que los humanos, que se hacen llamar racionales, que no sé lo que significa, pero no debe ser nada bueno, porque: A nosotros nos maltratan haciéndonos jugar hasta agotarnos para divertirles, a nuestros machos se los llevan para divertirse hasta matarlos, hacen guerras y se matan entre ellos; aunque no sea para alimentarse, destrozan nuestros campos y acaban con otras especies, y encima para salvar sus conciencias dicen que nuestra raza no existiría si no nos criaran para  utilizarnos jugando con nosotros y martirizándonos hasta matarnos.
-Así son los humanos hija mía, y se tienen por racionales.
-Vale mami ¡Pues, yo ya no quiero volver a jugar con los humanos!
Su compañera, que es la que aparece en la foto de la ilustración, como ya era mayor, no era válida para jugar en otra plaza, y fue sacrificada en esta entre aplausos, gestos de gozo, alegría y sadismo del que sólo los humanos son capaces, por el mero hecho de divertirse. Y a esto algunos, lo llaman cultura.
R. Pulido 16/9/2012      

jueves, 6 de septiembre de 2012

¿BANDERA ALEMANA O LUTO DE ESPAÑA?



Recuerdo una anécdota de cuando yo era aún muy joven, que al ver colgadas en las farolas de Madrid banderas con los colores negro rojo y amarillo; le comenté a un adulto que me acompañaba, que si la franja negra sobre lo que yo creía era la bandera española era porque estábamos de luto; (Llegué a pensar incluso si se habría muerto Franco). A lo que esta  persona que no era español, y sí, bastante más culto que yo, me contestó: ¡No, hijo no! Es la bandera alemana, que anuncia que está de visita el presidente alemán. Yo me quedé entre sorprendido y avergonzado por mi ignorancia de entonces.
Pero bien mirado y viendo la situación actual, con la visita hoy de la Canciller Alemana a Madrid. ¡Quizás yo no andaba entonces tan descaminado, y lo que hacía era preconizar el luto al que hoy nos tiene sometidos el Imperio Alemán!
R. Pulido 6/9/2012